"El mundo de lo
necesario, del orden de la vida cotidiana es inestable, inseguro, no libre -no
sólo fáctica, sino esencialmente. El manejo de los bienes materiales no es
nunca obra exclusiva de la laboriosidad y del saber humanos. La casualidad
domina en este campo. El individuo que haga depender su objetivo supremo, su
felicidad, de estos bienes, se transforma en esclavo de los hombres y de las
cosas, que escapan a su poder, entrega su libertad. La riqueza y el bienestar
no se logran y conservan por su decisión autónoma, sino por el favor cambiante
de situaciones imprevisibles. Por consiguiente, el hombre somete su existencia
a un fin situado fuera de sí mismo. El que un fin exterior sea el único que
preocupa y esclaviza al hombre, presupone ya una mala ordenación de las
relaciones materiales de la vida, cuya reproducción está reglada por la
anarquía de los intereses sociales opuestos, un orden en el que la conservación
de la existencia general no coincide con la felicidad y la libertad de los
individuos".
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